jueves, 7 de mayo de 2009

Ornette Coleman en la Argentina

http://www.rollingstone.com.ar/nota.asp?nota_id=1125087


Reportaje a Ornette Coleman
Creador del free jazz y ganador de un Pulitzer, el saxofonista explica cómo la música puede ayudar a la humanidad.

A punto de cumplir 80 años, el saxofonista y compositor Ornette Coleman, oriundo de Texas pero emblemáticamente neoyorquino (fue uno de los primeros vecinos del Soho, y pionero en vivir en un loft), sigue siendo una figura controversial a pesar del reconocimiento que le otorgaron los recientes premios (Grammy y… ¡Pulitzer!) por su álbum Sound Grammar, de 2006. Coleman inauguró el término "free jazz" con un disco homónimo de 1960, con el que fundó el más radical de los movimientos estéticos y políticos que abrazó alguna vez la música negra. Como asegura el prestigioso músico e historiador Frank Tirro: "Vinculado al Black Power, el free jazz se convirtió en bandera musical de quienes denunciaban la opresión, en voz de las minorías enfrentadas a una tradición inflexible y la autoridad institucionalizada".

Influyente no sólo entre los músicos de jazz, Ornette ha sido el héroe de, entre otros, Lou Reed, quien no sólo lo ha mencionado como una de sus influencias más importantes y constantes a lo largo del tiempo, sino que alguna vez declaró: "No quiero sonar pretencioso, pero yo quería tocar la guitarra del modo en que Ornette Coleman tocaba su saxo". Y en 2003 se dio el gusto, y lo invitó a participar en The Raven, el disco que el ex Velvet Underground grabó inspirado en la obra de Edgar Allan Poe.

Su demorado debut porteño, el 7 de este mes en el teatro Gran Rex, convierte ese concierto en una oportunidad única para presenciar la vigencia de un músico extraordinario, que a lo largo de cincuenta años de carrera mantuvo la idea de la revolución (musical) permanente, como si fuera el León Trotsky del jazz.

Usted empezó escuchando, y tocando, rhythm & blues. ¿Todavía escucha ese tipo de música?
Todavía escucho rhythm & blues, pero también cualquier otro tipo de géneros. La música tiene el mismo efecto en todo el mundo. Al menos así es como la entiendo. Cuando escribo una música, pretendo que brinde una experiencia interesante a todo el mundo.

En una vieja crónica de Martin Williams, el periodista contaba que John Coltrane presenciaba con mucha atención un ensayo suyo en los estudios Atlantic a principios de los 60. ¿Cómo recuerda su relación con Coltrane?
El siempre fue una persona muy amable y compenetrada con lo que estaba haciendo, y todavía lo considero un músico extremadamente creativo. Tuvimos la oportunidad de conocernos y de aprender mutuamente. ¿Usted toca algún instrumento?

No, yo soy sólo un periodista. Digamos que mi instrumento sería la máquina de escribir.
Bueno, en definitiva todos tocamos máquinas. Es realmente bueno que el género humano se haya desarrollado hacia un concepto. Si todos compartiéramos nuestra inteligencia con nuestros vecinos, el mundo sería mucho mejor. Es decir, yo estoy interesado en muchas ideas de distintas culturas, y no lo considero una carga negativa.

Usted es miembro del salón de la fama de la revista Down Beat desde 1969, y ha ganado la encuesta anual en repetidas oportunidades, y también un Grammy y hasta el prestigioso premio Pulitzer. ¿Qué significan esos premios para usted?
Me siento muy honrado por todos esos reconocimientos. Creo que soy un privilegiado por haber podido desarrollar esta carrera. Pero hay muchísimos otros grandes compositores que han contribuido al desarrollo del género humano. A lo que me refiero es que el aporte de la música debería ser para mejorar la calidad de vida.

¿Diría que los Harmolodics, la filosofía musical que creó, han sido el patrón de su vida, no sólo artística, sino también personal?
Sí, es la línea de mi vida. Y es algo más que un estilo. Y creo que es bueno para entender de lo que estamos hablando. Creo que cualquiera podría tocar un instrumento, que las capacidades de la humanidad para hacer música son infinitas, y afortunadamente, cada vez mejores.

Por Humphrey Inzillo

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